Y la fiesta en 2023 continúa H264.HC Descargar mediante Magnet

39/50

En el barrio obrero del casco antiguo de Marsella, Rosa es el alma de su comunidad, enfermera y matriarca de una familia numerosa y unida. Conoce a Henri y comprende que nunca es demasiado tarde para hacer realidad tus sueños. El derrumbe de los edificios de la rue d’Aubagne en Marsella se produjo el 5 de noviembre de 2018 a las 9 de la mañana y provocó la muerte de ocho personas. Se trataba de dos edificios en ruinas en el centro de la ciudad. Esta tragedia abre la película; Robert Guédiguian se ha convertido en el director comprometido de nuestro tiempo. Al igual que su colega inglés, Kenneth Loach, Robert Guédiguian retrata el otro lado del espejo; en la escena del bienestar francés, sus obras son, más que nunca, imprescindibles; porque no son exactamente lo que se llama “feel-good”, aunque hay momentos en su obra que dan al espectador más alegría que las películas de moda. Sus obras maestras “La Ville Est Tranquille” " Les Neiges Du Kilimandjaro" o la olvidada “Une Histoire De Fous” son cuentos cautivadores que llegan directo al corazón: generosos, descarados, llenos de compasión. Rosa (la maravillosa Arianne Ascaride, compañera de vida de Guédiguian y protagonista de la mayoría de sus películas) tiene estas líneas que son la clave de la película: “Deberíamos tener dos vidas: una para cuidarnos a nosotros mismos y otra para cuidar a nuestros semejantes”. Como muchas de las películas del director, “et la fête continue!” es la crónica de una familia en Marsella. Un “la ville est tranquille” en miniatura, el guión se compone de subtramas (siempre pensé que Julien Duvivier era el pariente más cercano de Guédiguian), en particular “la belle équipe”, “sous le ciel de Paris” y “la fête à Henriette” (de la cual “à l’attaque” es una especie de remake político. Rosa, que ahora tiene sesenta años, hace un balance de su vida: es una enfermera devota (la escena en la que consuela a su colega negro, desesperado porque no sostiene la mano de su paciente cuando muere es admirable), también es una activista, tiene tantas tareas Rosa se ve obligada a hacer lo que le parece imposible, y la desesperación se avecina y estalla durante la reunión de candidatos de la lista. Su hijo ha encontrado a la mujer de su vida y pretende tener muchos hijos; además, el padre de la futura esposa también es un militante que se enamora de Rosa; puede parecer melodramático sobre el papel, pero el tratamiento de Guédiguian evita el patetismo y la dramatización; el amor del joven, después de escapar de una posible vergüenza, le demuestra que la vida puede continuar, aunque no según sus planes. Su padre (el maravilloso Darroussin, actor favorito de Guédiguian, que a menudo actuó junto a Ascaride), será la luz que aún brilla en la noche más oscura de Rosa. Juntos lucharán contra los “marchands de sommeil” (traficantes de sueños) que alquilan apartamentos inhabitables en la escena en torno al busto de Homero, donde las voces se multiplican hasta convertirse en una sola. La heroína acaba por relajarse hasta el punto de reconocer que lo personal es personal, además de político; Esto, a su vez, la hace más entrañable y más eficaz; un clásico de Aznavour. “Emmènez moi” -a diferencia de la mayoría de sus colegas, Guédiguian utiliza el cancionero francés- es una metáfora transparente: fuera de las duras realidades de la vida, la felicidad no es inalcanzable.